viernes, 5 de septiembre de 2008

Pronto tendremos robots de piel dulce ☼



Pronto tendremos robots de piel dulce. Los están poniendo a punto investigadores en Japón. Piel dulce, piel amarga, piel salada cual criatura recién salida de la mar Un nuevo material que combina la elasticidad del caoutchu con la conductividad eléctrica de los metales, compuesto de nanotubos de carbono asociados a un líquido iónico y goma, e integrador de sensores electrónicos, permitirá crear una epidermis para los androides y animaloides que va a revolucionar el mundo de la inteligencia artificial. Por el momento, el modelo piloto no puede ser más atractivo: una chica-robot, japonesa por supuesto, bellísima y apetitosa, que en nada tiene que envidiar a las más cotizadas estrellas de la pasarela o del porno nipón, ha sido presentada como reclamo del invento, y cuya seducción no se detiene en hipótesis amatorias, -¿sólo faltaría!- y tendrá otras aplicaciones, si no más importantes, sí acaso más científicas, como medir la fatiga de un conductor o la transpiración de las manos.Hoy en día los robots adelantan que es una barbaridad, y desde el Hombre de Palo de Juanelo Turriano acá se ha producido una revolución evolutiva -valga la contradicción conceptual- asombrosa. En cuanto al Dr. Frankestein lo único que podemos apuntar es que fue, obviamente, un aficionado, por mucho título doctoral o máster que exhibiese. Como precedentes, valgan; a ambos -a Juanelo, a Frankestein- se les reconocen los servicios prestados. A Juanelo, ya en su crepúsculo, su Hombre de Palo le iba por carne y por pan hasta la esquina, sin cruzar la calle, no fuera a ser que Cosas del siglo XVI español, cuando en nuestro Imperio no se ponía el sol, después de haber acompañado y entretenido con sus ingenios al emperador Carlos en sus últimos días de Yuste cual relojero de cámara y máster en robots. Luego, nuestra santa Inquisición, se lo quiso llevar a la hoguera; obviamente, por adelantado de su tiempo, una honrosa tradición en aquella institución indocta. Juanelo se salvó. Creo que fue Felipe II quien le echó una mano. Quizá Juanelo soñara ya con un hombre de palo dulce, del palolú con el que los niños de posguerra aplacábamos las hambres. Quizá Juanelo ya soñó que la comunicación con sus androides pudiera ser también posible a nivel de piel. (En nuestro hablar ordinario y sentimental se dice ahora mucho eso de «conectamos a nivel de piel, ¿sabes?, y eso es lo principal»).¿Dónde quedará la muñeca hinchable? Grotescamente arrumbada en el desván de los ricos, o vendida en rastrillos callejeros como mercancía usada y obsoleta para pobres. Podremos tener esposas y maridos, también mascotas, más reales que los de verdad y más verdaderos que los reales. El futuro no hace más que llegar continuamente.

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